top of page

EPISODIO VEINTICINCO


_ A la cuenta de tres, tratá de caer encima de mí para amortiguar el golpe.

_ No seas exajerado Juan, saltá de una vez que no es tanto.

A mi me parecía una distancia interminable, además una vez del otro lado cambiaba la historia, seríamos presas seguras, salvo que Mía no estuviera sola en esto. Por lo pronto tomé aire.

_ ¿Vamos?

La señora de enfrente ahora gritaba no se qué del reglamento del edificio.

Y lo hicimos, por un instante ambos flotamos por el aire, unidos por mucho más que un par de esposas. El brazo me dio un fuerte tirón, luego caí sobre el techo. Y ella sobre mí, nos doblamos hacia delante por la fuerza del impacto y caímos al piso gris metalizado. Me raspé las manos tratando de amortiguar la caída, al caer ella sentada sobre mi espalda sentí un dolor terrible en la columna.

_ ¿Estás bien?

_ Creo que no, me dolió en serio.

_ Levantate como puedas, hay que salir de acá.

Eso mismo hice. ¿Y ahora?

_ ¿Y ahora?

_ Hay una puerta acá detrás del tanque de agua, una escalera y la calle, así de sencillo.

Entonces así fue. La puerta de entrada que daba a la calle se abría de adentro hacia afuera. Bajamos las escaleras de dos escalones en dos, para que nadie nos viera esposados, podría parecer extraño. Una vez en calle caminamos lentamente como si nada, tomados de la mano como cualquier tipo de pareja, yo feliz, en la primer avenida que doblamos busqué algún cartel que me indicara que allí había o un kiosko o una farmacia.

_ ¿Qué buscás tan desesperado?

_ Forros, muchos… ¿qué hacemos? ¿dónde vamos?

_ De momento desaparecer del alcance de Adolfo, y sobre todo huir de Legión.

_ Me parece perfecto, coincido con vos… ¿pero a dónde vamos?

_ ¿Se te ocurre algo para sacarnos estas esposas?

_ La verdad que no. En las películas la abren con una hebilla.

_ Olvidate, vamos a necesitar algo mas fuerte.

Aceleramos el paso hacia ningún lado.

_ Pará un poco querés. – Me hizo caso a desgana.

_ ¿Qué te pasa ahora?

_ Necesito saber un poco más. Algo, convenceme que tomé la decisión correcta.

_ Hiciste lo correcto. No lo dudes.

_ ¿Dónde vamos?

_ Donde podemos obtener más información que en cualquier lado.- Comenzó a caminar nuevamente y de nuevo me arrastró en su camino.- Hay un lugar donde se juntan todos los agentes, un club nocturno, o algo así… sé como entrar, tal vez podamos averiguar algo.

_ ¿Y las esposas?

_ Vamos a encontrarnos con alguien que nos la va a sacar.

_ ¿No vamos a llamar la atención?

_ A esa persona no.

_ ¿Por qué estas tan segura?

_ Es muy amigo de mi viejo, y mi padrino.

_ ¿Y es confiable?

_ Ya no lo sé… pero es lo único que tengo.

Pero estaba yo también. Podía protegerla, cuidarla de esa manga de chiflados que perseguían a un nuevo Cristo como si estuviéramos en la edad media, hoy la televisión por cable había vencido a las religiones. Las procesiones eran sólo para los desesperanzados que sabían perfectamente que solo una entidad sobrenatural podría salvarlos, y ahí estaban. Otros sólo esperaban una oportunidad. Algo que le dé sentido a la vida, algo real, no mágico.

_ ¿Nos va a traer mas problemas eso?

_Creo que no, es de confianza.

_ ¿Pero es un agente también?

_ Lo fue…

_ Vos decís que alguna vez dejan de ser lo que son…

_ No creo, pero podemos probar, otra no hay…

_ Tenemos que ser precavidos, y sobre todo calcular los riesgos… qué vale la pena y qué no… Mía, lo que quiero decir es que si vale la pena seguir profundizando en esta historia, esta gente no bromea…

_ Juan, -Mi nombre en su boca otra vez.- estoy buscando a mi viejo, todo lo demás me importa un carajo. Lo quiero de vuelta ya. ¿Sabés una cosa? Mi viejo dejó mi casa cuando yo tenía doce años, y nunca más lo ví… esporádicamente recibia alguna carta suya. Siempre viajando por encargues diplomáticos, o cambio de sede laboral, hace apenas tres meses mi vieja murió de cáncer. Asi que el reapareció de la nada, según dijo para cuidarme ahora que estaba sola, tengo muchas cosas que hablar con él, un millón de cosas inconclusas, y ahora que estaba ahí estos hijos de puta me lo sacan de nuevo, no lo voy a permitir.

Pensé en mi viejo, yo ni siquiera podía decir cuatro palabras de él, no lo recordaba, sólo por anécdotas contadas por otro que yo transformé en recuerdos faltantes. Sólo sabía que estaba muerto.

_ Te entiendo y te voy a ayudar, pero necesito que seas completamente sincera conmigo, estamos en riesgo constante, necesito saber cuales son tus planes, yo quiero salir de esto lo más rápido posible.

_ Sólo busco a mi viejo, nada más.

Mierda. Increíblemente yo era la solución a mis próximos problemas, pero también la causa de mis continuas frustaciones. Con sólo confesarle que su padre estaba muerto no era necesario seguir corriendo, pero como reaccionaría ante esa noticia no quería saberlo, pero si no se lo decía nos adentrábamos más y más en lugares que prefería evitar. Opté por una solución intermedia. Iríamos con su padrino, tal vez podía ayudar en serio y en cuanto pudiera le tiraba la bomba, lo antes posible, cuanto mas dejara pasar peor era.

_ Está bien, lo vamos a encontrar.

Claro, pensé: sólo si buscábamos entre las cenizas de un viejo galpón abandonado.

_ Tenemos que hacer un poco de tiempo, es muy temprano para encontrarlo ahí, en el club.

_ ¿Un club?

_ Muy exclusivo, pero en realidad es una cueva de agentes.

_ La boca del lobo.

_ También va otra gente, muy especial, al final te va a gustar.

_ No creo, pero si hay que esperar… ¿Qué mejor que un hotel?- De esa manera abrupta y desesperada le dí a entender que no me olvidaba lo que realmente importaba.

_ Tengo hambre, comamos algo y después hablamos.

_ ¿Hablar?

_ Por lo menos comer… lo necesito…

Yo necesitaba su cuerpo contra el mío, su mirada perversa incitándome a volverme animal, la lujuria como idioma donde arden los deseos, su lengua cálida, sus tetas en punta, eso necesitaba, pero claro eso también incluía mentiras y traiciones, los boleros no mienten.





Continuará…








SEARCH BY TAGS
No hay tags aún.
FEATURED POSTS
ARCHIVE
bottom of page