EPISODIO VEINTICUATRO
El plan era el siguiente: una de las ventanas del departamento daba contra el techo del edificio de al lado que tenía un piso menos del que estábamos, sólo que desde esa misma ventana hasta ese techo había que caminar por una pequeña cornisa. O saltar una distancia de unos cuatro metros aproximadamente. Cosa imposible esposado a otra persona.
La miré mientras corría la cortina para mostrarme su genial idea. Señalaba hacia fuera con la misma tranquilidad con la que se señala un melón en la verdulería.
_ Vos estás loca.
Entonces me dí cuenta, yo quería ir a buscar forros, ella escapar.
_ Es fácil, un poco de equilibrio y estamos fuera.
_ Justamente, al estar encadenados carecemos de equilibrio.
_ Recién parecía todo lo contrario.
Otra vuelta de soga alrededor de mi cuello.
_ Me estás manipulando.
_ ¿Te molesta?
Claro que no me molestaba. Pero no podía admitirlo. Seguramente igual ella ya sabía que estaba a su merced.
_ Decime la verdad, ¿hay algo que necesite saber de todo esto? ¿Algo que me ayude a saltar?
Se contrajo en una mueca pensativa, mirando hacia un gran vacío, donde no existía ni yo ni ese departamento ni siquiera este mundo.
_ ¿Juan?
Ni siquiera recordaba mi nombre, la muy canalla, dejé pasar ese pequeño incidente.
_ Juan Bautista, mucho gusto.
_ No te burles, estoy muy nerviosa.
_ No parece, la verdad es que te movés con bastante frialdad. Sobre todo si tenemos en cuenta como estábamos hace apenas unos minutos atrás.
_ ¿Qué te pasa cagón? Si salimos de acá puede que tengamos una oportunidad…
_ ¿Una oportunidad para qué?
_En principio para vivir… ¿Vos sabés quien es tu tío? ¿Cuál es su trabajo? Mi viejo se dedicaba a lo mismo hasta antes de desaparecer, sé de lo que hablo, no lo va a detener nada, sea cual sea su objetivo. Y en segundo término podemos coger un buen rato hasta que llegue el final.
Ese era un buen título, en definitiva ese era lo que hacíamos todos, vivir hasta que llegue el final. Si me escapaba con Mía, Adolfo se iba a poner del orto, nos iba a buscar hasta dónde sea, y antes de matarme me iba a cagar a patadas en el culo por boludo.
Tenía que decidir rápido, sus ojos me apuraban ansiosos, concientes de su poder de influencia, quería besarla de nuevo, quería otra vez sus tetas en mi cara.
_ Dejame pensarlo.
_ No hay tiempo.
Cometí entonces el mismo error que cometieron los hombres desde Adán hasta hoy.
_ Dejame calcular bien la distancia.
Pegó un salto riendo como loca y me dio un fuerte beso en la boca, me gruñó por lo bajo y me llevó enganchado hasta la cocina, tomó su billetera y un paquete de cigarrillos. Ella parecía alegre, traviesa, peligrosa, yo en cambio dubitativo, temeroso y falto de ejercicio.
La ventana era bastante amplia, y era cierto que el techo al cual había que saltar no parecía lejos, había una pequeña cornisa que podía ayudarnos o a salir o a rompernos unos cuantos huesos.
_ ¿No podemos pensarlo mejor? ¿No tenés una amiga que tenga otro juego de llaves?
_ No tengo amigas, mucho menos otro juego de llaves.
_ ¿Y tirar la puerta?
_ ¿ Querés que venga la cana encima?
_ No queda otra…
_ Ya lo hice una vez, y estaba borracha.
_ Yo también borracho hice locuras, eso no me hace volver a repetirlas sobrio.
_ Me estás cansando Juan.
Mi nombre en su boca sonaba increíble.
_ Por lo menos aprendiste mi nombre, vamos.
Y así fue que estaba al borde de la ventana, de pié con medio cuerpo hacia el patio interior del edificio y agarrado de la persiana, un pequeño borde de plástico blanco que había quedado sin enrollar, tenía los dedos tan transpirados que patinaban si apretaba mucho. Quedamos de espalda a la caída y de frente a la pared, como a mí me tocaba primero avanzamos lentamente. Mis pies se aferraban al pequeño piso sólido que tenía debajo, una paloma pasó aleteando ruidosamente, casi patino del cagazo pero Mía me sujetó por la espalda.
_ No seas boludo, si te caes vos me caigo yo.
_ ¿Te parece momento para ponerte romántica?
_ No mirés hacia abajo, pasos cortitos, vamos a tardar pero es más seguro.
Avancé y ella pudo salir del todo por la ventana, estábamos los dos sobre la cornisa. Mi mano abierta intentaba aferrarse de cada milímetro de pared.
_ Un paso yo- La miré para coordinar los movimientos.- un paso vos, de a uno por vez, ¿dale?
_ Yo te sigo, así que dale.
_ Tranquila, no me apurés…
De pronto se abrió una de las ventanas del edificio, justo en frente del de Mía y salió una mujer gritanto.
_ ¿Qué hacen? Se van a matar, ¡¿se quieren matar?!
Mía intercedió con cierta rudeza:
_ Métase adentro señora que no pasa nada. No joda que nos va a hacer caer.
_ Por Cristo y la Virgen, no hagan locuras… madre santa.
_ Señora por favor no se meta, es mi departamento y hago lo que quiero.
_ Sí nena, pero el edificio es de todos, y hay que cuidarlo.
_ No pasa nada señora, si tanto le preocupa no mire…
_ Voy a llamar al encargado.
_ No hay encargado vieja chota, hace años.
_ Entonces a la policía.
_ Por mí llamá a los bomberos, dale,- Me imperó.- saltemos de una vez que ésta es una rompe huevos, va a llamar en serio.
Se abrió otra ventana, la cual yo no podía ver, creo que era del piso de arriba.
_ ¿Qué pasa Carmen? – Preguntó una vos varonil y firme.- ¿Por qué tanto quilombo?
_ Menos mal que alguien salió a ver ésto… ¿no ves? La pibita ésa y ese noviecito están colgados de la ventana.
_ Y déjelos Carmen, ¿a quién joden? Usted con sus gritos empeora la cosa, vamos terminen que quiero dormir un poco laburé toda la noche, carajo..., cada uno entra a su casa y listo. ¿Está?
_ Apurate querés.
_¿¡Se pueden callar todos!? Estoy intentando de no caerme y cagarle la tarde a todos… a ver si me dejan arriesgarme tranquilo…
_ ¡Flaco! No te desubiques que me visto y te cago a trompedas…
Estaba ya casi en el borde. Llegó el momento. Había que saltar.
Continuará…