EPISODIO QUINCE
Adolfo llevaba la mano presionando la herida recién cosida, sus ojos brillaban en un rojo intenso, amenazante, desquiciado, la mirada de un hombre capaz de todo. Me miró como miraría una madre al encontrar a su hijo teniendo sexo con su prima en su habitación.
_ Vos rajá de aca, aprovechando que yo estaba dormido… te pago sólo para que cuentes mi historia… ella no vale nada…
Estaba plenamente seguro de lo contrario, ella era lo único que valía la pena de momento. Estaba de su lado. Iba a protegerla de ahí en más. Aunque ella no supiera mi entrega, por algo caí acá… un enredo muy complejo y peligroso, sólo tenía sentido si estaba ella. El destino era así, cosas muy malas que conducen a algún lugar mejor, o el peor de los caminos que conduce a la calma. Éramos sólo lo que sentíamos día a día, a veces creer que vamos bien, y otras, que ya no alcanza.
_ Adolfo, -Suspiré.- aflojá con la paranoia.
_¿Paranoia? La paranoia es cosa de chicos… vamos, tenemos que mover, si nos detenemos nos volvemos visibles. Saluda a la piba y vamos.
No quería irme. Por nada en el mundo iba a aceptar eso.
_ ¿Visibles? ¿Tirar bombas de humo no nos hace visibles?
_ Precisamente por eso las tiré boludo, para que nadie nos viera.
_ Si, no te preocupes, nadie notó nada… no jodamos, creaste un pandemonio y ahora me hablas de discreción.
_ En ningún momento hablé de discreción. Sólo dije que hice eso para que nadie nos viera. Humo, sólo eso, tampoco es que tiré Antrax.
Para qué seguir si nunca lo iba a entender. Tenía que convencerlo de quedarnos, debía quedarme junto a Mía, ahora que nuestros caminos se cruzaban nada debía separarlos. Sin conocerla supe que estábamos destinados, nuestros cuerpos se persiguieron a través del tiempo, para encontrarse en ese presente incierto, y amarse. ¿Pero cómo la convencía de eso? Y más difícil iba a ser con mi tío cerca, tenía que deshacerme de él. Lo más rápido posible.
Mía salió de la habitación a paso acelerado, molesta, cosa que la hacía más hermosa.
Adolfo me miró mientras yo la seguía a ella con mi mirada, intentaba memorizar su cuerpo mientras se iba, cada curva que parecía flotar en el aire.
_Pibe, no te hagas ilusiones, es demasiado para vos.
¿Cuál era la medida para evaluar el merecimiento de una mujer para con un hombre? O viceversa. ¿Es que todas las mujeres eran demasiado para mí? ¿O yo siempre era realmente demasiado poco para ellas? Sospechaba que tal vez, no era lo que aparentaba o lo que prometía. Hablaba de amor, de felicidad, con frases dulces y melodiosas. Pero en la realidad mi vida era un poco más compleja. Lo ilusorio choca con lo verdadero justo cuando muere la ilusión de las mujeres. A partir de ese momento todo es cuesta abajo. Por eso había que aprovechar los primeros momentos. Eran los mejores y lo único que iba a justificar el dolor del futuro.
_ ¿A dónde querés ir asi? Mira como estás… ¿no es mejor que nos quedemos aunque sea sólo por hoy?
_ No, es peligroso, no sólo para nosotros, también para ella.
Maldita sea. Tenía que quedarme. No me quería ir. No podía abandonarla asi.
_ ¿No crees que sería mas peligrosa dejarla sola? Capaz que nos siguieron…
_ Por Dios… te dejo solo un rato y ya estás haciendo cagada.
_ ¡Vos me trajiste acá! – Casi grité.- Ahora báncatela. Sí, me preocupa ella. ¿La vamos dejar así abandonada?
_ Es grande, sabe defenderse.
_ Vamos,…ni siquiera le dijiste que su padre está muerto.
_ ¿Le contaste?
_ Por supuesto que no, pero me estuvo haciendo preguntas.
_ ¿Y qué le dijiste?
_ Nada, si no sé nada.
_ Bien. Seguí así. Ahora debemos irnos. Hay cosas que hacer.
_ ¿Y Mía?
_ ¿Y Mía qué?
_ ¿La vamos a dejar acá?
_ ¿ Para que querés llevarla?
Se me ocurrían mil motivos. Pero no dije ninguno.
_ Adolfo , por favor…
_ No pibe, nos dificultaría las cosas, despedite, nos vamos.
Que amargura. Eso sentí. Un sabor amargo en toda mi boca. Como chupar aloe vera. O lamer el asfalto de cualquier avenida un primero de enero a las tres de la tarde. Así de horrible era el sabor.
_ Tenemos que guardarnos.- Continuó.- pero no acá. Así que vamos.
_ Si nos vamos, por lo menos decime qué esperamos encontrar, qué es lo que Legión defiende tanto, ¿ que hay datrás de todo esto?
Me miró en silencio, resignado, como si supiera que la respuesta no le daba valor a la pregunta, sólo nos haría arrepentir de haberla hecho.
_ Si nos encuentra Legión estamos muertos. Así de simple. Ahora debemos escondernos hasta saber donde aparecer… y sé cual va a ser ese lugar, el próximo golpe lo daremos nosotros.
_ ¿No corremos con desventaja?
_ Por supuesto que sí, ellos son una empresa multinacional, nosotros bueno, …nosotros sólo somos… sólo una molestia…
_ ¿ Pero en qué molestamos? ¿Decime de una vez qué planea Legíon?
_ Aparentemente esperan un cargamento de mucha importancia, algo que va a cambiar la historia, quieren apropiarse de él.
_¿Cargamento? ¿Drogas?
_ No, eso son pavadas, estamos hablando del futuro de la humanidad.
Traté de imaginar que podía ser tan importante. Sólo se me ocurrían cosas ilegales.
_ ¿Armas? ¿Revistas porno? Autos importados … que sé yo…
_ No Juan, es algo grande… grande y peligroso.
_ Basta, decilo…
_ No lo sé… pero voy a averiguarlo…
_ ¿Y yo? ¿ Que rol juego?
_ ¿Todavia dudás? Me parece que me equivoqué con vos… pensé que ibas a jugártela… como tu viejo…
El famoso dedo en la llaga. Justo al hueso, al dolor.
_ ¿ Qué tiene que ver él?
_ Que no hubiese arrugado, era un tipo con pelotas.
Intentaba confundirme, entendía su jueguito, manejarme a su antojo, sin importarle qué herramienta usar.
_ No lo metas en esto Adolfo, nada tiene que ver.
_ Es verdad, fue un golpe bajo de mi parte, te pido perdón, lo único que te pido es que te comprometas de una vez por todas, ¿estamos junto en ésto o no? Te ofrezco escribir sobre el secreto mejor guardado del momento que vivimos, algo que va a determinar el futuro de miles de personas. Esto es grande e igual de peligroso. Sólo te tengo a vos… a nadie más, estoy sólo en esto… aunque te cueste asumirlo tu papel ya está designado, lo escuchaste a los gritos de la boca de Silvani.
_ El falso escriba.- Murmuré.
_ Exacto, todavía no escribiste nada y ya están desprestigiándote, por decir la verdad te llamarán mentiroso. Por señalar a los culpables te acusarán de locura. Y si intentás detenerlos, querrán matarte.
_ Un panorama digno del mejor de los editores, voy a escribir un libro que partirá aguas, como se dice…pero, mi vida ya no será lo que era, ¿no?
_ Por fin… ¿te importa mucho abandonarla? ¿Qué te dio?
¿Qué me había dado a vida? Mónica, su amor incondicional que luego se transformó en algo que se podía tirar tan fácilmente como la cáscara de una deliciosa fruta. Intentar no traicionarse a uno mismo era como abrir un tarro de dulce de leche y no pasarle el dedo. Los sueños que alimenté de chico se volvían pesadillas de grande, poco tenía que ver el mundo con lo que imaginábamos. Estábamos de paso, decía mi abuela. Éramos sólo un pestañeo de Dios. Para nosotros era mucho, en algunos casos insoportable. La vida se hacía larga y espesa. Para otros, afortunados, no alcanzaba.
_ Es momento de que me cuentes todo lo que sepas.
_ Vámonos de acá. Y te pongo al día.
Continuará…