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EPISODIO TRECE


_ Dale, a coser nomás.

Me entregó el material y noté que el hilo de pesca o tanza era bastante grueso. Dudé de él. ¿Y si no presionaba bastante la herida?

_¿Hilo común no tenés?

_Ni para coser un bolsillo.

_ ¿De dónde sacaste ésto?

_ Se lo pedí a una vecina, al marido lo vi irse lleno de cañas de pescar una vez, y la aguja, bueno, la aguja fue suerte…

_ Está bien… está bien… otra no queda, vos leéme las instrucciones.

_¿A ver? Acá dice que cualquier hilo sirve siempre en cuando sea temporario.

_ Justo, esto es precisamente lo que se llama temporario, lo que estamos haciendo… ¿qué más?

­­ _ Unos dicen que hay que coser los puntos unos cercanos de otros, y otros que debés empezar por el medio, tirar de ahí así más o menos cierra la herida, y después, sí, dedicarse al resto de la abertura.

_ ¿Le entro por el medio entonces?

_ Y sí… ¿queres que vaya a buscar la señora que me prestó esto?

_ No, no, ya está estamos en acción…

La aguja, gris y gastada atravesó la carne de mi tío justo en la mitad del tajo, al tirar del hilo, esta se cerró como una boca enojada, decidí encarar por la izquierda, así que empalmé una puntada tras otra, prolijamente, el texto informaba que cuanto más cerca mejor, pero nunca olvidar consultar a un médico luego. Eso era lo más importante. De última había otra instancia. Yo sólo debía arrimar los bordes. Y eso hice, tiré de la tanza como si ajustara los cordones antes de una corrida. Adolfo se quejó mientras lo hacía. Una vez que llegué al final hice e nudo doble que recomendaba internet. Y además, meter la aguja a 1/4 pulgada (0.6 cm) de la herida y la misma distancia en profundidad, al parecer era la clave. Ahora, ¿como medía yo si estaba haciendo lo correcto? No había forma, me dediqué a cerrar la herida y por lo menos ya parecía no sangrar, después bueno… era responsabilidad del portador. Yo a otro tajo. Así una vez concluido giré hacia Mía.

_ Ya está, ahora a esperar… servime un poco de ese vodka. Bastante hielo.

_ Por supuesto doctor.- Revoleó los ojos, como burlándose de mí.

Fue hasta la cocina y volvió agitando un vaso con hielos, mi sonido favorito, volcó parte del vodka que quedaba en su interior y me lo pasó. En tono cómplice me preguntó:

_ ¿Y vos quién sos al final?

La miré. Sus ojos azules eran firmes, fríos, intencionalmente, se notaba porque los rasgos tirantes de su rostro denunciaban su expresión, me ponía cara seria porque la situación lo exigía. Le sonreí, traté de que aflojara un poco, su boca eran dos labios rectos. Estancados en la intención de someter al otro. Sea quien fuera que sea, no era bienvenido. A pesar de su cuello, largo y perverso, a pesar del vaivén de los pocos cabellos que se escapaban del rodete que llevaba en la nuca, sus manos nerviosas se frotaban. Yo traté de dominar la situación.

_ No te preocupes. Yo estoy con él para ayudarlo. Nos atacaron.

_ ¿Encontraron a mi padre?

_ No lo sé. Eso te lo podrá responder él. Yo lo único que sé es que unos tipos de Seguridad Privada quieren hacernos cagar. ¿Sabes algo de eso?

_ ¿Legión?

_ Exactamente… veo que sabés más que yo.

_ No lo sabía, sólo sospechaba…

En ese momento una lágrima rápida y furtiva atravesó su mejilla, quizás sabiendo que esa palabra sólo significara muerte.

_ ¿No comentó nada de mi padre?

Decidí mentir, como siempre, el dolor puede esperar.

_ Lamento decir que a pesar de mi presencia en los hechos no sé nada de tu padre. Tal vez cuando despierte pueda decirte algo.

_ No me dijo que tenía un… ayudante.

¿Ayudante? Sonaba a Robin, ropa ridícula, y peinado de nene de mamá.

_ No soy precisamente un ayudante, soy un escritor.

Me miró arqueando las cejas, rogué que siempre me mirara así.

_ ¿Escritor? No entiendo.

_ Es difícil de explicar,- Le di un regio trago al vodka.- supongo que estoy tan atrapado como vos…

Intentó decir algo y luego se quedó en silencio. En su interior calculaba cuanto podía saber yo al respecto. Se mantuvo precavida.

_ Esperemos entonces… si querés comer algo no tengo nada.

Con toda la corrida que habíamos pegado no tenía lugar ni para unas criollitas.

_ No te preocupes, supongo que estamos de paso, ni bien Adolfo se recupere seguiremos viaje.

Me miraba desconfiada. Como un gato que no se dejaba acariciar.

_ ¿Qué sabes vos de todo?

_ Prácticamente nada.

_ ¿Entonces? ¿De que la jugas?

¿De que la jugaba? Ni idea todavía, sólo debía ser testigo para luego contar la verdad. ¿Pero le interesaba la verdad a alguien? Al ritmo que se vivía había poco tiempo para dedicarle a ella. La sociedad, el trabajo, la televisión, internet, la familia, las deudas, los impuestos, las fiestas, vacaciones, los cumpleaños, los entierros, futbol para todos, las noticias, el amor, los amigos, los rumores, las mentiras y los que creen, dios. ¿En qué momento puede uno buscar la verdad? ¿Con qué fin uno querría arruinarse la vida buscando la verdad?

_ No sé mucho en qué estoy metido, pero si sé que no parece un juego, sólo sigo mi vida, o creo seguir con ella… intento sobrevivir pero sin saber bien donde piso, pensé que tal vez vos serías de ayuda, digo… para llenar espacios vacíos, creo que estás mas informada que yo… yo sólo arrastro el cuerpo.

_ ¿Por qué podría confiar en vos?

_ Mirame a los ojos… confiá en mí… ¿ves el miedo en ellos? Es el mismo miedo que veo brillar en los tuyos… no sé mucho sobre esto, lo que sí sé es que vos estás en la misma situación que yo… somos seres pequeños esperando que algo grande le venga encima…

Me miró a los ojos profundamente, quise besarla pero sabía que no era momento, su nariz tembló, sus labios latían, era la perdición hecha carne. Cualquier cosa que hubiese dicho para mi estaba bien.

_ Apenas confío en Adolfo,…vos no sé quien sos.

¿Quién soy? Ni idea, ¿el iluso que pensó que la vida era amar y ser amado? ¿El que disfrutaba más de leer la vida de otro que saborear la suya? ¿El que lloró con la muerte de algún personaje en una vieja novela? ¿O el que no permitió que lo vieran llorar por la muerte de su padre? Un accidente había terminado con todo. Hasta ese momento la muerte sólo era un mito. A partir de ahí, ese cajón, esas lágrimas, ya no había espacio para ilusiones. El final era así. Triste y absurdo, frases hechas, lamentos, y recuerdos que ya de nada servían. Lo sabía por mi trabajo, en la funeraria de mi amigo Santiago. La muerte es el final, eso nadie lo duda, pero sería interesante poder presenciar la reacción de los demás, eso justificaría todo. Desaparecer sería más fácil si todos viéramos de qué sirvió vivir. Mucho, nada o poco. ¿Para qué recorrer todo este camino si no conocemos el resultado?¿De qué sirve una única vida cuando el resultado es nada? Es una cagada, la psicología, la filosofía, la literatura, la religión, todo es una cagada cuando estás muriendo… cuando sabés que todo lo que elegiste en tu vida fue en vano, apretar una tecla volver a empezar, imposible, porque la vida es así, hasta que la muerte aparece. Y no hay punto atrás. La importancia es tal vez, que no vamos a volver a morir.

_ No soy mucho más que vos. Sólo una pieza más en este intrincado tablero, piezas que mueven al antojo, nuestros destinos dominados, usados por quién uno vaya a saber, ¿Quiénes somos? Sí… te puedo decir mi nombre, de dónde vengo, pero no a dónde voy…

_ ¿ Sos hippie? _ Pregunto mientras mordía su labio.

_ No, suelo bañarme, esto que asoma al parecer no sólo es peligroso, es real y te involucra a vos tanto como a mí… por lo tanto el riesgo es mutuo.

El viejo truco de unirla a mí, quería que sintiera que yo era de su confianza, que mis brazos estaban para sujetarla, y también para desvestirla, acariciarla, mientras la oscura noche de los interrogantes se nos caía encima.

_ Entonces… - Me miró introduciéndose en mi ser.- tal vez, debamos estar del mismo lado…

Yo sólo pensé en estar del mismo lado de la cama, así que acepté.




Continuará…







 
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